Román es de esa gente callada, observador, es como un sabio que sabe escuchar para poder luego saber hablar. Yo creo que en su forma de ser ha recogido toda la sabiduría de sus informantes y eso hace que, unido posiblemente a su educación, sea gente con criterio. Esa convicción que denota su entusiasmo por los hornos de brea y que le ha llevado a ser su nuestro mejor estudioso en Tenerife, sólo la tienen aquellas personas que creen en sí mismos. Así, ha hecho un esfuerzo enorme en la búsqueda de hornos de brea, por estudiarlos, aquellos donde los primeros europeos que llegaron a las islas, quemaban pinos para extraerle su savia, para luego calafatear los barcos de la conquista, de las idas y venidas a unos y otros mares. Es un placer tenerle como amigo, escuchar todo lo que sabe de como se recogía la resina y a lomo de animales se llevaba a la costa; es un placer degustar su humildad, porque sabe mucho y presume poco. Es dueño de esa hermosa característica que define normalmente a los isleños, la sencillez. A esta cualidad que suele caracterizar a casi toda la gente isleña del planeta se le ha llamado de muchas formas pero ni me las planteo.
(Román dándonos a conocer los Hornos de Brea de Fasnia)
Este texto que envío a mis amigos y amigas Juveniles es para invitarles a conocer el mundo de la brea en Canarias, actividad que se inició desde los albores de la conquista y que ha quedado como una reliquia en nuestros montes, en forma de horno o en góticas puertas que llevan hasta el corazón de los pinos, todo de la mano de Román González, una vida hecha homenaje a los "pegueros".
Un abrazo