Iniciamos nuestra ruta en el parque recreativo de Archifira. Tomamos la pista y avanzamos por ella un buen rato hasta abandonarla...
...por un terreno agreste y con mucha piedra suelta, sin senderos ni veredas. A partir del momento en que dejamos la pista, el trazo de nuestra ruta no está marcado sólo figura en la mente de Román González Rodríguez y nos adentramos en la búsqueda de hornos de brea .
Guiados por Román González Rodríguez gran conocedor de los hornos de Brea de la zona, recorrimo la zona de Archifira descubriendo de la mano de nuestro experto guía “montones” de piedras que si nadie nos hubiera advertido de que eran restos de un horno de brea,...
Al fijarnos podemos advertir que en el fondo de algunos hay piedras quemadas por el fuego hecho en su interior para quemar los pinos y extraer la resina para convertirla en pez.
Fueron realizados con la piedra propia del entorno, roja y dura sin llegar a ser piedra viva.
En nuestro recorrido vimos el Horno El Majano los Serenos, El Horno el Pino La Iglesia y el Horno del Codito del Volcán
Un merecido descanso entorno a una vetusta era nos vino muy bien.
Reanudamos nuestra marcha en busca de nuevos hornos de brea.
Los hornos son huecos excavados en el terrero, con paredes semi ovaladas que nacen en el interior del hueco y rematan aproximadamente contra la rasante del terreno.
Román nos explicó que estos hornos estaban formados por tres partes separadas y escalonadas entre si aprovechando la pendiente de la ladera (tres hornos). El primer horno, con una altura de unos 2m de medida, el segundo horno o cocedero y un receptor de material o tendal que se formaba a nivel del suelo. Los tres estaba unidos por unos canales de desagüe.
Se utilizaban para obtener la pez de la resina de los pinos, antiguamente, muy necesaria para el calafateado de los barcos debido a sus propiedades impermeabilizantes.
La entrada de material se hacía por la parte de arriba o boca. Aquí se hacía la primera cocción y el material destilado era la resina. De cada horneada la cantidad de pez obtenida era bastante grande, y ya directamente al salir del segundo horno o cocedero, se depositaba en el tendal o en otro tipo de elemento que sirviera de almacenamiento. Se dejaba enfriar y ya quedaba directamente lista para su transporte hasta las costas a lomo de burros donde la pez era exportada a otros países.
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